jueves, 22 de octubre de 2009

Orión - El Atlante

Orión despierta de su largo sopor después de haber sido atacado a traición hace más de un día. El atlante contempla sus alrededores y reconoce que se encuentra en una celda. Leopardo y Serapis, quienes también fueron capturados por los hombres del Gato Negro durante la invasión del campamento Cub, comparten su prisión. Orión mira con ojos de desconcierto a sus amigos, y Leopardo le pregunta qué le ocurre, pero la respuesta del guerrero es:

"Quienes son ustedes?"

Serapis se da cuenta que Orión ha perdido la memoria debido al golpe que recibió en la cabeza. Leopardo trata de hacerlo recordar, pero es inútil; no sabe ni su propio nombre. El jorobado pregunta si es posible hacerle recobrar la memoria, y Serapis contesta que posiblemente con otro golpe en el área afectada, pero es muy peligroso. Leopardo no pierde tiempo y está a punto de darle otro golpe a Orión con sus cadenas, pero el distante grito de una mujer lo detiene.

Se trata de Siomara, quien está a punto de ser sacrificada por órdenes de Zachar; ella ya no es su favorita y ha de sufrir el mismo destino que todas aquellas que le precedieron: será devorada por los gatos del Príncipe de Barakoa. Aunque la memoria de Orión se ha perdido, su sentido de justicia y valor siguen intactos; casi como por instinto, el joven atlante dobla los barrotes de su celda como si fuesen de papel y escapa para ir en busca de la dama en peligro.

Siomara es llevada ante el domador de los gatos, quien la arroja sin piedad alguna en una fosa donde los felinos aguardan hambrientos; en ese preciso instante Orión aparece y trata de rescatarla, pero ella ya ha caido; y en medio de la distracción, el domador golpea al atlante con un garrote en la cabeza cayendo al fondo de la fosa también. Los gatos comienzan a rodear a Orión y Siomara, y lo único que se puede ver en la oscuridad son sus brillantes ojos acompañados de unos salvajes maullidos.

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