lunes, 8 de marzo de 2010

Modesto Vázquez - El Autor

A través de Javier Delgado Rosas nos hemos enterado que don Modesto Vázquez, edad 62, ha fallecido esta madrugada debido a complicaciones pulmonares. Este es un triste momento para los admiradores de Orión el Atlante, Kaliman el Hombre Increible, y muchos otros personajes. Cientos de miles de jóvenes y adultos se entretuvieron durante décadas con las aventuras escritas por este gran creador, y el vacío que su ausencia nos deja va a ser imposible de llenar. Hace solo unos meses don Modesto se convirtió en un contribuyente en este blog, y lo acogió como la página oficial de Orión el Atlante.

Su legado nunca va a ser olvidado, y continuaré haciendo honor a su creatividad e imaginación por medio de este humilde sitio. Don modesto, gracias por darnos estos maravillosos personajes y estas excitantes aventuras. En su último comentario del 28 de Enero, Don Modesto nos dijo en lenguaje Yoruba "Asere Alafia" (Lo mejor para ti, hermano) y es eso exactamente lo que le deseamos a este gran creador. Descanse en paz Modesto José Loreto Vázquez Rodríguez, que la gloria de Atón-Ra le acompañe siempre.

Karnak & Tifón

En el Templo de la Misericordia, Tifón aprieta sin piedad el cuello de la pequeña Nefi para castigarla por ayudar a Ramín a escapar de la Galería. La niña trata de soltarse pero la fuerza del sacerdote es superior a la suya. Poco a poco la visión de Nefi comienza a nublarse y aire se agota en sus pulmones. Tifón está a punto de quebrarle la garganta a su víctima, cuando de repente comienza a sentir un incómodo ardor en su cuerpo.

Es Ramín, quien agarrando una antorcha le prende fuego a las vestiduras del sacerdote. Las llamas rapidamente se extenden por todas las vestiduras del malvado Tifón, quien lleno de pánico sale corriendo tratando de apagar el fuego que lo envuelve con rapidez.

Karnak observa sigilosamente a Ramín y Nefi

Ramín ayuda a Nefi a reincomporarse, y momentos después el par de niños se adentran en las regiones más oscuras y lúgubres del templo, allá donde la esperanza muere y todos lo que intentan escapar mueren en el intento. Sin saberlo, ambos son observados desde una recámara secreta por el otro sacerdote, Karnak, quien atentamente nota el progreso de los jóvenes en un siniestro afán de conocer su valor ante el peligro.

sábado, 6 de marzo de 2010

Kafunga - La Bestia

Asuramaya regresa a sus aposentos furioso buscando a Kafunga para castigarlo. La bestia no entiende por qué su amo lo azota sin piedad mientras el brujo lo golpea una y otra vez. Sus órdenes habían sido eliminar a Atenhotep, pero a pesar de haberlo atacado, el animal no lo mató; de no haber sido por Siriaco, Asuramaya hubiera muerto cuando el faraón se levantó de la losa en la que su cuerpo reposaba para cobrar venganza.
Sin que Asuramaya ni Kafunga lo notaran, una mujer que hacía sus labores en los aposentos, es testigo de las palabras del brujo, y al descubrir que fueron ellos quienes mataron al faraón, sale corriendo para avisarle a la emperatriz Isis. Para su desgracia y la del reino entero, la sirviente se tropieza y cae al suelo haciendo un estruendo que es escuchado por Asuramaya, quien al saberse descubierto envía a Kafunga para destruir a quien sea que estaba espiando.
La mujer no puede levantarse del suelo, pues se partió el tobillo al caer, y no puede hacer nada para defenderse al ver al descomunal Kafunga acercarse a ella para destrozarla.

jueves, 4 de marzo de 2010

Nefi - La Valiente

Ramín observa a los leprosos luchar entre sí para saber quién será el que finalmente lo devore; de repente una rendija se abre en un oscuro rincón y por ella aparece una dulce niña quien ayuda a Ramín a escapar su terrible destino. Se trata de Nefi, una pequeña que ha estado atrapada en el templo por mucho tiempo y que hasta ahora ha logrado sobrevivir evadiendo a los leprosos y a los múltiples peligros que se encierran en el siniestro lugar.

Nefi conduce a Ramín silenciosamente por el oscuro pasadizo fuera de la galería donde los leprosos aún luchan; pero uno de ellos nota la rendija que Ramín olvidó cerrar en su afán y los sigue. La valiente Nefi agarra una roca y ataca al leproso, quien adolorido se devuelve y los deja tranquilos. El par de jovencitos escapan a gatas hasta que finalmente salen del tunel, pero allí los espera el malvado Tifón, uno de los sacerdotes que cuidan del templo de la misericordia.

Los leprosos van tras Ramín

Tifón agarra a ambos niños y se dispone a castigarlos; ambos luchan para safarse del despreciable sacerdote, pero él es más fuerte que ellos. Ramín patea y grita, pero su atacante lo arroja contra el suelo y se golpea en la cabeza. Tifón decide que Ramín volverá a la galería con los leprosos, y Nefi morirá por rebelde. El sacerdote comienza a apretar la garganta de la niña y no se detendrá hasta que haya muerto.

martes, 2 de marzo de 2010

Sakkara - La Mujer Serpiente

Sakkara advierte a Orión de las flechas que vuelan hacia él, y observa como con la destreza que solo un guerrero atlante puede tener, su nuevo servidor logra evadirlas todas. Luego el mismo Berebere toma un arco y dispara una flecha, pero Orión la detiene en pleno vuelo con sus propias manos, lo que atemoriza a los arqueros quienes salen corriendo asustados. Con la mitad de sus hombres derrotados y la otra mitad huyendo, el buitre del desierto se ha quedado solo, y es cuando la mujer serpiente ataca y le da uno de sus venenosos besos. Berebere siente como sus músculos comienzan a paralizarse y no puede sostenerse de pié por más tiempo hasta que finalmente cae en la arena. Poco a poco el buitre del desierto pierde la mobilidad, y Sakkara le explica que le ha dado el beso de la muerte mientras monta su caballo y parte con el hipnotizado Orión hacia las ruinas de Aclimón.
Berebere le pide a Sakkara que no lo abandone en medio del desierto, pero ella se burla de él diciéndole que no se quedará solo... las aves de carroña le harán compañía y después lo devorarán cuando muera; el buitre del desierto ha encontrado una tumba digna de su nombre.
Orión y su ama, la mujer serpiente, galopan rumbo a su destino sin mirar atrás, y todo lo que se oye es el aleteo de los buitres merodeando su presa.