Ha pasado un día desde que Orión y Ramín abandonaron Cronos-7 y se internaron en las arenas del desierto en su intento de cruzarlo. El radiante sol brilla con despiadado fulgor, y el extenuante viaje ha probado ser especialmente duro para el pequeño Ramín, quien ansía con desespero un sorbo de agua. Orión trata de darle coraje, pero el joven ya no puede más y cae en la arena; de repente ve algo que lo llena de alegría: un oasis!
El pequeño se pone de pie con las últimas fuerzas que le quedan y casi arrastrándose camina hacia las cristalinas aguas que se posan frente a él; pero Orión no ve nada, solo arena... Ramín es víctima de un cruel espejismo. En lugar de sumergirse en las aguas de un manantial, el niño comienza a hundirse lentamente y comprende que ha caido en una trampa mortal: arenas movedizas.
Ramín batalla vigorosamente las arenas, mientras Orión le grita que no se mueva y se lanza a su rescate. Afortunadamente el atlante es capaz de salvar a su amigo en el último instante, pero los dos están mucho más allá del agotamiento, y Ramín finalmente pierde el sentido.
El pequeño se pone de pie con las últimas fuerzas que le quedan y casi arrastrándose camina hacia las cristalinas aguas que se posan frente a él; pero Orión no ve nada, solo arena... Ramín es víctima de un cruel espejismo. En lugar de sumergirse en las aguas de un manantial, el niño comienza a hundirse lentamente y comprende que ha caido en una trampa mortal: arenas movedizas.
Ramín batalla vigorosamente las arenas, mientras Orión le grita que no se mueva y se lanza a su rescate. Afortunadamente el atlante es capaz de salvar a su amigo en el último instante, pero los dos están mucho más allá del agotamiento, y Ramín finalmente pierde el sentido.
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