Ramadán se presenta ante la nueva Emperatriz para comunicarle que sus órdenes han sido cumplidas: todas las entradas a la ciudad han sido selladas y las tropas están buscando en cada rincón por el asesino de Atenhotep. El capitán nota como el rostro de Isis ha cambiado de delicado e inocente a rígido y calculador; en verdad su alma se ha llenado de desprecio y rencor contra Osiris. Ramadán aprovecha el momento para mencionar su compromiso matrimonial con ella, lo que la molesta profundamente, pues el faraón aún no ha sido sepultado y él ya está pensando en usurpar su trono. Isis le hace saber a su prometido que ella conoce muy bien sus intenciones, y le advierte que no habrá matrimonio hasta que Osiris sea capturado y ajusticiado.
Ramadán ha encontrado ahora la motivación necesaria para lograr sus aspiraciones: si le trae a Isis al prófugo Osiris, ella se casará con él y será el nuevo faraón de Saís. El capitán parte del palacio real, se une personalmente a la búsqueda de Osiris, y se promete que no tendrá reposo hasta encontrarlo.
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