Osiris sale de su escondite para evitar que Kopto sea lastimado. Ramadán ordena a sus soldados que capturen al fugitivo, pero el príncipe de Ofir no se rinde facilemte y lucha contra las tropas. Sin escrúpulo alguno, Ramadán usa su daga y amenaza con sacarle los ojos a Kopto si Osiris no se rinde, así que el prícipe no tiene más remedio que darse por vencido y dejarse capturar con la condición que la vida del cantinero sea respetada.
Los soldados escoltan a Osiris hasta el palacio de Isis, mientras Ramadán promete a Kopto que pronto volverá para terminar lo que comenzó. Una vez en el trono de la emperatriz, Osiris es acusado de matar al faraón Atenhotep, y aunque trata de convencer a todos que es inocente, no tiene palabras qué decir cuando Isis entra con su medallón en mano como prueba irrefutable del horrendo crimen.
Isis llora de tristeza y rabia mientras tacha al hombre que tanto amaba de asesino. Osiris le jura que se trata de una trampa, y le pide que recapacite, pero la evidencia es innegable e Isis da la orden que el príncipe sea llevado a una prisión mientras llega el amanecer para ser ejecutado.
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