A la escena arrivan un par de soldados liderados por Ramadán quienes escucharon los gritos de auxilio mientras buscaban por Osiris. El capitán saca su espada y le hace frente a la bestia forzándole a soltar a la mujer. Asuramaya llega también y defiende a Kafunga. El embajador asura clama que su acompañante solo trataba de jugar con la escandalosa mujer. Babel lo contradice y asegura que la bestia quería ultrajarla.
Ramadán le ordena a Asuramaya que se vaya y se lleve a su animal con él, y le asegura que si alguno de los dos vuelve a acercarse a Babel lo pagarán caro. Una vez se encuentran solos, Babel agradece a Ramadán el haberla protegido y se le ofrece descaradamente por su oportuno rescate. Mientras tanto, en los jardines, Asuramaya comprende que Babel se ha convertido en una amenaza para sus propósitos y tendrá que deshacerse de ella tan pronto como le sea posible.
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