La primera vez que Orión se encontró de frente con la Cratotaura, el atlante estaba ciego, y no fue capaz de ver su monstruosa figura; hoy las cosas son diferentes, y la creatura se encuentra a solo unos cuantos pasos. Orión trata de razonar con ella, diciéndole que no la quiere lastimar, que sabe que ella es la madre de Ravana, y que él es su amigo; de pronto de las sombras sale la princesa confirmando las palabras del guerrero. La Cratotaura ve a su hija, y entre quejidos pronuncia su nombre. Ravana le dice a Mura que es a Crato a quien debe matar. La creatura utiliza su instinto para rastrear al villano, y seguida de Ravana y Orión encuentra facilmente al Gran Crat. La Cratotaura se da cuenta que su esposo ya no está convertido en monstruo, así que le será fácil destruirlo.
Mura toma a Crato por la garganta con sus terribles garras y comienza a apretar fuertemente. El perverso Crato comienza a quedarse sin aire, y en un acto desesperado le clava su espada a la Cratotaura en el pecho, para después darse a la huida mientras lamenta el haber tenido que matar al ser que le daría la juventud eterna.
La Cratotaura cae en brazos de Ravana quien comienza a llorar desconsoladamente. Orión va tras Crato cuando Mura le pide que lo mate; con sus últimos suspiros pronuncia el nombre de Ravana y una lágrima corre por su horrible rostro. La Cratotaura muere mientras Ravana la abraza en medio de las catacumbas debajo de la ciudad.
La Cratotaura muere en brazos de Ravana
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