Desobedeciendo las instrucciones de Orión, Ramín y Leopardo llegan a Cratala y entran por los laberintos subterráneos. El niño lo hace para encontrar a su abuelo, el jorobado lo hace para vengarse del Gran Crat. El par llega a un pasillo donde se encuentra una inmensa puerta de metal. Leopardo le pide a Ramín que lo ayude a abrirla, y una vez lo hacen, el nieto de Serapis ve a un inmenso grupo de personas que allí se encuentran aprisionadas; cuando le pregunda a Leopardo quienes son ellos, el jorobado le contesta que son los verdugos del Gran Crat!
Se trata de los Cibolianos que han trabajado como esclavos por años bajo el azote del perverso señor de las sombras. Leopardo los incita a luchar y les promete guiarlos hacia la victoria, pero ellos los reconocen como el sirviente del Gran Crat, y creyendo que se trata de una trampa, le lanzan un tridente en el pecho y luego escapan.
Ramín no comprende por qué los Cibolianos atacaron a su amigo, pero Leopardo le pide que no los culpe, pues a lo largo de los años él hizo muchas cosas malas en nombre de Crato, y a pesar de que ahora se volvió bueno, es hora de pagar por todas sus pasadas transgresiones; dando un último suspiro, Purdo Leopardo muere. Ramín comienza a vagar desconsolado por los laberintos, lleno de tristeza y desilusión por los eventos que acaban de ocurrir, cuando de repente ve un objeto brillando en un oscuro rincón... una extraña llave!
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