En agradecimiento por haberlos salvado de Okima, los Pantera le prometen a Ramín que llevarán a Wamuto a la ciudad en la copa de los árboles y harán todo lo posible por salvar su vida; aunque no pueden prometer nada porque el ciboliano ha perdido mucha sangre. Lleno de envidia, Yolulo trata de convencer a los suyos que el niño no es ningún dios; pero los demás no opinan lo mismo, pues conocen muy bien la profecía:
"No pasará mucho tiempo antes de que la bestia sea derrotada. Un niño aparecerá, el monstruo perecerá, y bajo la luna llena, retorciéndose vencido todos contemplarán la horrible figura de Okima con la cara destrozada"
El astuto Yolulo insiste que Ramín y Wamuto no son dioses, y para probarlo demanda que pasen la noche en "La Caverna", un mítico lugar para los Pantera; quien logre sobrevivir una noche entera en ese lugar habrá demostrado que es más que un simple ser humano. Los otros Pantera no tienen más remedio que acceder a la exigencia de Yolulo, y llevan al herido Wamuto y al pequeño Ramín rumbo al temible paraje. Por dentro, Yolulo celebra su victoria, porque sabe que ese lugar será la tumba del intruso niño y su amigo.
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