Enceguecido por la ambición, Bomo trata de robar el chacra de Serapis, pero con solo tocarlo se quema la mano y se ve obligado a soltarlo. Las Bestias insisten que se trata de mala magia, y los Pantera creen que es un castigo por no creer en el pequeño dios; pero Bomo los ridiculiza. Cansados de su actitud, tanto los Pantera como las Bestias hacen al torturador responsable de este mal presagio y lo culpan de lo ocurrido; para protegerse de una probable maldición solo hay una cosa que hacer, y es sacrificar al responsable.
Por primera vez las Bestias del Valle y los Pantera se unen en común acuerdo, y en un acto de superstición le arrancan la vida a aquel que por años trajo sufrimiento a tantos en Cratala y mala suerte al territorio prohibido. Bomo el torturador ha muerto! Mientras sepultan al torturador boca abajo para librarse del tabú, el chacra atlante cura a Ramín, quien se pone de pie como si nada le hubiese ocurrido, y toma el chacra en sus manos sin quemarse. Las dos tribus lo observan en desconcierto y sin necesitar más prueba se ponen al servicio del pequeño joven. Ramín acepta la oferta de ayuda y ordena que todos partan hacia Barakoa en busca de Orión.
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