Al mismo tiempo Serapis y Leopardo van en el carruaje de guerra a toda velocidad. A pesar de su ceguera, el sabio atlante ha sido capaz de guiar a los caballos desde Barakoa con solo su instinto y su sentido de orientación; pero no nota ni siente la inmensa roca que cae del cielo y a la cual se dirige vertiginosamente. Saliendo del bosque finalmente Cratala está a la vista, y es en ese mismo instante que Leopardo nota la inmensa roca y a Ravana. Carruaje, jinete, y proyectil están a punto de chocar.
Ravana logra evadir el impacto en el último segundo, pero Serapis y Leopardo no corren con la misma suerte y el proyectil da de lleno contra el carruaje que se vuelca, mientras el jorobado y su acompañante son arrojados a la hierba. La princesa tiene la opción de continuar y cabalgar tan lejos de Cratala como le sea posible, pero un sentido de responsabilidad la invade y ahora no sabe qué hacer... si se detiene, su padre la capturará, pero si se va, dos inocentes indefensos morirán!
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