Una vez ha pasado el peligro, Leopardo quiere bajarse del carruaje, pero Serapis se niega a detenerse, pues está obsesionado con llegar a Cratala. Cuando el jorobado le pregunta por qué quiere regresar al palacio negro, el anciano comienza a hablar de la misión y de la llave de la sabiduría; Leopardo no entiende nada de lo que escucha y piensa que tal vez el sabio atlante se ha vuelto loco.
Leopardo insiste en bajarse, pues tiene miedo de lo que le puede pasar si el Gran Crat llega a ponerle las manos encima; no solo por revelarle sus secretos a Ravana, sino también por traicionarlo y unirse a Orión. Por muchos años Purdo Leopardo le sirvió fielmente al señor de las sombras a cambio de nada, solo humillaciones y condescencia; y el solo pensar en regresar a la misma clase de vida le llena el cuerpo de escalofríos al jorobado.
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