miércoles, 25 de noviembre de 2009

Leopardo - El Jorobado

Mientras el carruaje vuela por los aires durante segundos que parecen horas, Leopardo le reza a su diosa Bafoma, e incluso al dios Atón-Ra. Serapis lleva las riendas de los caballos y los ha hecho saltar el puente levadizo con la esperanza de escapar. La convicción del sabio atlante tiene su recompensa cuando el carruaje alcanza la otra orilla del río que comunica la ciudad amurallada con el territorio prohibido; y tanto el ciego como Leopardo celebran su huida.

Una vez ha pasado el peligro, Leopardo quiere bajarse del carruaje, pero Serapis se niega a detenerse, pues está obsesionado con llegar a Cratala. Cuando el jorobado le pregunta por qué quiere regresar al palacio negro, el anciano comienza a hablar de la misión y de la llave de la sabiduría; Leopardo no entiende nada de lo que escucha y piensa que tal vez el sabio atlante se ha vuelto loco.

Leopardo insiste en bajarse, pues tiene miedo de lo que le puede pasar si el Gran Crat llega a ponerle las manos encima; no solo por revelarle sus secretos a Ravana, sino también por traicionarlo y unirse a Orión. Por muchos años Purdo Leopardo le sirvió fielmente al señor de las sombras a cambio de nada, solo humillaciones y condescencia; y el solo pensar en regresar a la misma clase de vida le llena el cuerpo de escalofríos al jorobado.

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