Osiris huye de Ramadán y sus hombres por toda la ciudad hasta que llega a una factoría donde le pide a un aceitero que le ayude a esconderse antes que lleguen los soldados. El joven reconoce al príncipe y lo oculta en una de las ánforas vacias. Cuando Ramadán llega a inspeccionar el lugar, el aceitero trata de actuar naturalmente, pero los nervios lo traicionan. El capitán nota como el joven observa constantemente las ánforas y llevado por una corazonada, le ordena que llene las ánforas vacías con el burbujeante aceite.
Una a una, el aceitero comienza a vertir el aceite hirviendo en las ánforas de la factoría, y en una de ellas se encuentra Osiris escondido y también atorado sin poder moverse o escapar. Por interminables instantes el joven agoniza al pensar que en la última ánfora se encuentra el príncipe de Ofir, y si sigue las órdenes de Ramadán, le quemará el cuerpo terriblemente. Cuando ya quedan solo dos ánforas, Ramadán está ansioso por probar su corazonada, pero un soldado llega a la factoría y distrae al capitán por un instante que el aceitero aprovecha para tirar el resto del aceite que le queda.
Ramadán se da cuenta de lo que el aceitero acaba de hacer, pero el joven le da como excusa que ya todas las ánforas están llenas. Aún sospechando que el aceitero trata de engañarlo, Ramadán da la orden a sus soldados que se lleven todas las ánforas. A pesar de las súplicas del joven para que no le quiten su único medio de sustento, ni Ramadán ni los soldados se apiadan, y se las llevan todas. Una vez se queda solo, el aceitero se lamenta, no por la pérdida de la que acaba de ser víctima, sino porque en una de esas ánforas se encuentra Osiris. Ramadán no lo sabe, pero ha capturado al príncipe de Ofir.
ANOTACION: La escena en la que Osiris pide ayuda al aceitero y se oculta en el ánfora es repetida en su totalidad dos veces: una vez al final del ejemplar número 59, y otra vez al comienzo del ejemplar número 60; aquí tres páginas adicionales son usadas para mostrar como Osiris llega a la factoría huyendo de los soldados. Luego, la escena entre Ramadán y el aceitero es repetida en los números 60 y 61. Evidente muestra del intento de los creadores de llenar espacio.
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