Cabalgando por horas después de haber abandonado a Berebere en medio del desierto, Sakkara y su hipnotizado sirviente Orión llegan a las misteriosas ruinas de Aclimón. Una vez allí, el par comienza a explorar uno de los templos, y rapidamente la mujer serpiente nota que el diseño del lugar no es egipcio: muchas de las estatuas tienen esculpidas en ellas el mismo símbolo que el guerrero lleva en el pecho.
Una gran puerta de piedra con el símbolo atlante bloquea la entrada a una recámara del templo, y Sakkara obliga a Orión a que la abra. El guerrero usa su descomunal fuerza para remover el inmenso bloque, y una vez entran, la pareja se encuentra en una ultra-moderna instalación donde una estrella de metal gira a gran velocidad. Orión siente el impulso de tocarla, e ignorando las órdenes de su ama, lo hace. La estrella deja de girar, y del techo cae un inmenso muro de cristal interponiéndose entre Sakkara y el Atlante.
Sakkara trata de romper el cristal con sus puños, pero el material es muy resistente. Al mismo tiempo, y olvidándose por completo de la mujer serpiente, Orión sigue avanzando, hasta que un rayo surge de un mecanismo oculto y se conecta diectamente con el chacra que lleva en su frente. El rubí comienza a brillar con gran intensidad, y segundos después una voz computarizada exclama:
"Identificación positiva, Orión de Poseidonis"
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