sábado, 13 de marzo de 2021

Asuramaya - El Brujo

Oro, plata, diamantes, rubíes, esmeraldas, safiros, joyas, coronas, doblones, y toda clase de riquezas rodean a Asuramaya, y todas le pertenecen solo a él. Todos los engaños, mentiras, y muertes de los cuales él ha sido responsable han valido la pena, porque por fin el tesoro es suyo. Ni siquiera su amo, el Rey Asura Dragomir tiene tantas posesiones, y con ellas también viene poder, prestigio, y aliados. El brujo nunca ha sido más feliz. El tesoro brilla con tanta intensidad que incluso debe entrecerrar sus ojos para no ser cegado; es tal el destello que tiene que cerrar sus ojos un poco más, y luego un poco más, hasta que sin darse cuenta, cae en un profundo sueño.

Una brisa arisca lo despierta, y granos de arena atacan su rostro como agujas. Asuramaya abre los ojos y mira a su alrededor mientras se pone de pie. Puede ver a la bestia Kafunga junto a él, pero no puede ver su tesoro. El brujo da vueltas y busca una y otra vez pero solo ve las arenas del desierto... sus riquezas han desaparecido, grita con gran frustración y furia. ¿Habrá sido todo una ilusión? Siriaco el cobarde no los acompaña, de seguro que su muerte si fué real, pero entonces ¿por qué el tesoro no lo es? Todo esto es obra de la maldita montaña del profeta, se dice Asuramaya a sí mismo mientras reinicia su intento de escalarla. El viento se hace más intenso, y la visibilidad disminuye. Este lugar está lleno de trampas y espejismos, y el brujo jura que no volverá a caer de nuevo. Con Kafunga a su lado para protegerlo, el perverso personaje continúa su ascenso hacia la cumbre de la montaña. El tesoro será suyo!

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