En el palacio real de Saís, Babel contempla en sus aposentos el regalo que los soldados le han traido de parte de Ramadán: un ánfora con fino aceite que sin saberlo, fue hurtado de un joven comerciante por el capitán y sus hombres. De repente, el suelo comienza a agitarse violentamente; es un terremoto! Babel pierde el equilibrio y cae al suelo, al mismo tiempo que ve el ánfora tambalearse y caer rodando por las escaleras.
La bella mujer se pone de pié y corre rapidamente tras la tinaja con afán, pero no logra detenerla, y esta se rompe en pedazos al chocar contra una pared; pero no es fino aceite lo que el ánfora contenía, es el príncipe Osiris!
Babel y Osiris intercambian incrédulas miradas por unos instantes, y luego la oportunista sale corriendo mientras el príncipe va tras ella; después de todo, ella fué quien le tendió la trampa que terminó con Osiris siendo acusado de la muerte del faraón Atenhotep. Aunque corre para salvar su propia vida, Babel no es tan veloz como Osiris, y este finalmente la captura y la monta en un carruaje. La oportunista es la única persona que puede probar la inocencia del príncipe, y este no piensa dejarla escapar. Una vez en el carruaje, Osiris parte rumbo al este junto con su rehén.
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