La pelea entre Orión y Osiris parece no tener fin gracias a la destreza y resistencia de ambos contrincantes. Golpes que fulminarían incluso al más experimentado de los guerreros parecen no tener efecto en el guerrero atlante o el príncipe de Ofir, y aunque el cansancio parece apoderarse de ambos, ninguno de los dos da señal de flaqueo. Pero en un momento de descuido Osiris pierde la concentración y Orión logra hacerlo caer y doblegarlo. El atlante le exige a Osiris que se identifique y le explique el por qué de su ataque.
El príncipe le cuenta a Orión sus infortunios desde que el faraón de Saís murió; sin embargo Osiris no lo hace porque confía en su su rival, sino para ganar un poco de tiempo y recobrar sus fuerzas, después de todo, sigue convencido que Orión es un asura y piensa darle su merecido. Orión le ofrece su ayuda y su amistad, y Osiris, creyendo que se trata de una trampa, finge aceptar la tregua. Los dos poderosos hombres estrechan manos y luego van en busca de Sakkara y Babel. Orión no tiene idea de la sorpresa que le espera y Osiris no tiene idea del error que está a punto de cometer.
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