Sakkara ha sabido aprovechar la oportunidad que la emboscada de Osiris le presentó, y exitosamente escapa de Orión. Para asegurar que su huida no será estropeada, la mujer serpiente también ha hipnotizado a Babel, quien crea una distracción más. Orgullosa de su estratagema, Sakkara se escabulle en medio de la confusión y sale de las ruinas del templo de Aclimón, donde encuentra el carruaje de Osiris, y lo aborda con prisa. Mientras esto sucede, Ramadán ha seguido el rastro del Príncipe de Ofir hasta las mismas ruinas, y al llegar, nota que alguien huye en otro carruaje, pero la arena del desierto no le permite ver claramente. "Es Osiris," se dice Ramadán a sí mismo, y sin pensarlo dos veces, utiliza su arco para lanzar una flecha con gran precisión.
A pesar de la distancia y la poca visibilidad, Ramadán logra herir a su víctima, pero no se trata del Príncipe de Ofir, sino de una hermosa mujer que ahora yace tal vez muerta por su error. El capitán toma en sus brazos a la mujer, pero para su sorpresa, ella abre los ojos y le da un apasionado beso. Sin darse cuenta, Ramadán ha caido preso de la mujer serpiente. Sakkara confirma que el hombre está bajo su trance hipnótico, y mientras ella cubre la leve herida que la flecha causó en su brazo, los dos abordan el carruaje del capitán y regresan a las ruinas. La mujer serpiente ahora tiene quien le ayude a ejecutar sus planes.
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