Sakkara advierte a Orión de las flechas que vuelan hacia él, y observa como con la destreza que solo un guerrero atlante puede tener, su nuevo servidor logra evadirlas todas. Luego el mismo Berebere toma un arco y dispara una flecha, pero Orión la detiene en pleno vuelo con sus propias manos, lo que atemoriza a los arqueros quienes salen corriendo asustados. Con la mitad de sus hombres derrotados y la otra mitad huyendo, el buitre del desierto se ha quedado solo, y es cuando la mujer serpiente ataca y le da uno de sus venenosos besos. Berebere siente como sus músculos comienzan a paralizarse y no puede sostenerse de pié por más tiempo hasta que finalmente cae en la arena. Poco a poco el buitre del desierto pierde la mobilidad, y Sakkara le explica que le ha dado el beso de la muerte mientras monta su caballo y parte con el hipnotizado Orión hacia las ruinas de Aclimón.
Berebere le pide a Sakkara que no lo abandone en medio del desierto, pero ella se burla de él diciéndole que no se quedará solo... las aves de carroña le harán compañía y después lo devorarán cuando muera; el buitre del desierto ha encontrado una tumba digna de su nombre.
Orión y su ama, la mujer serpiente, galopan rumbo a su destino sin mirar atrás, y todo lo que se oye es el aleteo de los buitres merodeando su presa.
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